El trabajador social es como un caballo destinado a la vida de cuadra, mientras que el educador es como aquél que nació para correr libre. He aquí una explicación de porqué los trabajadores sociales somos profesionales tan bien domesticados, y tan dóciles.
* Cuando hablo de trabajador social, lo hago en un sentido neutro, es decir, en su sentido genérico, sin hacer distinción de género. Soy plenamente consciente del carácter femenino de esta profesión, aunque no lo haya hecho notar así.
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